El papel de la vacunación en la erradicación de enfermedades es crucial y ha sido un factor importante en la eliminación y el control de diversas enfermedades infecciosas en todo el mundo. Mediante esfuerzos coordinados de organizaciones internacionales, gobiernos y comunidades, enfermedades como la viruela se han erradicado y otras, como la poliomielitis, el sarampión y la rubéola, se han eliminado en muchas regiones. Sin embargo, las tendencias recientes muestran un descenso de la cobertura vacunal, lo que conduce al resurgimiento de enfermedades previamente controladas. En este artículo exploraremos la importancia de la vacunación para la salud pública y los esfuerzos que se están realizando para garantizar su accesibilidad y eficacia en la prevención de brotes.

Muchas enfermedades erradicadas y eliminadas mediante la vacunación

La vacunación desempeña un papel fundamental en la erradicación y eliminación de numerosas enfermedades infecciosas que antes causaban una morbilidad y mortalidad generalizadas. Gracias a sólidos programas de vacunación, enfermedades como la viruela han sido completamente erradicadas, mientras que otras como la poliomielitis, el sarampión y la rubéola se han reducido significativamente o han sido eliminadas en varias regiones. Estos notables logros pueden atribuirse a los esfuerzos de colaboración de organizaciones internacionales, gobiernos y comunidades locales, que trabajan al unísono para garantizar la distribución generalizada y equitativa de vacunas seguras y eficaces. El impacto positivo de la vacunación en la salud mundial es inconmensurable, pues salva millones de vidas y previene un sinfín de complicaciones asociadas a estas enfermedades.

Uno de los triunfos más notables en el ámbito de la erradicación de enfermedades mediante la vacunación es la erradicación completa de la viruela. Esta historia de éxito sirve de testimonio de la eficacia incomparable de la vacunación en la lucha contra las enfermedades infecciosas. Iniciada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1967, la campaña mundial para la erradicación de la viruela desplegó una estrategia de vacunación dirigida que condujo finalmente a la erradicación completa de la enfermedad en 1980. Además, el esfuerzo mundial para erradicar la poliomielitis, así como el impulso para eliminar el sarampión y la rubéola mediante una vacunación generalizada, siguen demostrando el profundo impacto de la inmunización en la salud de la población y el potencial para eliminar estas enfermedades por completo.

Es imperativo reconocer el papel fundamental que desempeña la vacunación en la salvaguarda de la salud pública, especialmente en la batalla continua contra las enfermedades infecciosas. Se ha demostrado que las vacunas son una herramienta poderosa en la prevención y el control de una amplia gama de enfermedades infecciosas, lo que ha provocado una reducción drástica de la incidencia del sarampión, la poliomielitis, la rubéola y otras enfermedades prevenibles mediante vacunación. El principio fundamental de la vacunación, que consiste en estimular al sistema inmunitario para que reconozca y combata patógenos específicos, es la base del extraordinario éxito alcanzado en la erradicación y eliminación de muchas enfermedades infecciosas que antes constituían amenazas importantes para la salud mundial.

Iniciativas de los organismos internacionales

Los organismos internacionales han estado a la vanguardia de la defensa e implantación de iniciativas de vacunación en todo el mundo, encabezando los esfuerzos para garantizar que las poblaciones, especialmente los niños, tengan acceso a vacunas que salvan vidas. La OMS y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) han liderado la promoción y coordinación de campañas de vacunación a escala mundial, con iniciativas como la Semana Mundial de la Inmunización y la Semana de la Vacunación de las Américas, que sirven como plataformas fundamentales para movilizar el apoyo internacional a los esfuerzos de vacunación. Estas iniciativas no sólo hacen hincapié en la importancia de la vacunación para prevenir brotes de enfermedades, sino que también subrayan la necesidad de un compromiso político, financiero y social sostenido para garantizar el éxito a largo plazo de los programas de vacunación.

Además, las colaboraciones con organizaciones como el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y la Alianza Global para las Vacunas y la Inmunización (GAVI) han sido fundamentales para hacer frente a las complejas barreras al acceso a la vacunación, incluidos los retos logísticos, la pobreza y los conflictos. A través de asociaciones innovadoras y mecanismos de financiación, estas organizaciones han logrado grandes avances en la ampliación del alcance de los servicios de vacunación, especialmente en las comunidades desfavorecidas y sin servicios. Los esfuerzos colectivos y sostenidos de estas organizaciones internacionales no sólo han elevado el perfil de la vacunación como prioridad sanitaria mundial, sino que también han catalizado acciones concretas para reforzar la disponibilidad y la adopción de vacunas esenciales, avanzando así en el objetivo general de lograr la equidad en la cobertura de inmunización para todos.

Pérdida de cobertura

A pesar de los beneficios bien documentados de la vacunación, en los últimos años se ha asistido a un preocupante descenso de los niveles de cobertura vacunal en varias partes del mundo. Esta tendencia a la baja se ha visto impulsada por una confluencia de factores, como las dudas sobre las vacunas, la desinformación y los problemas de accesibilidad y calidad de los servicios de inmunización. Como resultado, un número creciente de personas, sobre todo en los países de renta alta, han optado por no vacunarse o han experimentado retrasos en la administración de las vacunas adecuadas a su edad, lo que ha dado lugar a bolsas de población no vacunada o vacunada de forma insuficiente. Las consecuencias de estos hechos son especialmente graves, ya que amenazan con revertir los avances sustanciales logrados en el control y la erradicación de las enfermedades prevenibles mediante vacunación, lo que podría poner en peligro millones de vidas y tensar los sistemas sanitarios de todo el mundo.

La reducción de la cobertura vacun al también se ha visto agravada por la extendida difusión de información errónea y desinformación sobre las vacunas, que socava la confianza crucial para el éxito de los programas de inmunización. En muchos casos, las afirmaciones engañosas y las preocupaciones infundadas han perpetuado la vacilación y la resistencia entre determinados segmentos de la población, erosionando el apoyo esencial a los esfuerzos de vacunación. Además, la pandemia COVID-19, con sus perturbaciones duraderas en los servicios sanitarios rutinarios, ha complicado aún más el panorama de la vacunación, causando importantes retrocesos en los niveles de cobertura de inmunización y contribuyendo a la acumulación de retrasos en vacunaciones esenciales, sobre todo entre las poblaciones vulnerables, incluidos los niños y las personas con problemas de salud preexistentes.

Resurgimiento europeo del sarampión y otras enfermedades

En Europa, el resurgimiento de enfermedades como el sarampión ha puesto de relieve las alarmantes consecuencias de una cobertura vacunal subóptima y la urgente necesidad de renovar los esfuerzos para reforzar los programas de inmunización. En 2024, Europa se enfrentó a un angustioso brote de sarampión, con más de 35.000 casos notificados y 23 muertes, concentradas principalmente en Rumanía y otros países con tasas de vacunación persistentemente bajas. Del mismo modo, España fue testigo de un preocupante aumento de los casos de sarampión, lo que suscitó una gran preocupación entre los expertos en salud pública y provocó llamamientos urgentes para intensificar las campañas de vacunación y elaborar estrategias integrales para abordar las barreras subyacentes a la inmunización. Estas inquietantes tendencias sirven como duros recordatorios de la importancia fundamental de mantener altos niveles de cobertura vacunal y de los formidables retos que surgen cuando la complacencia y la desinformación socavan la responsabilidad colectiva de proteger la salud pública mediante la vacunación.

Estos alarmantes acontecimientos sirven como llamada a la acción concertada para contrarrestar la creciente amenaza de las enfermedades prevenibles mediante vacunación y reavivar los esfuerzos para salvaguardar la salud y el bienestar de las poblaciones. El resurgimiento del sarampión y otras enfermedades prevenibles mediante vacunación en Europa es un recordatorio sobrio de la precariedad de los logros de la salud pública, alcanzados con gran esfuerzo, y de la perdurable importancia de un compromiso inquebrantable con la vacunación como piedra angular de la seguridad sanitaria mundial. Para mitigar eficazmente estos riesgos, es esencial adoptar enfoques integrales que aborden los diversos y polifacéticos determinantes de la cobertura vacunal, refuercen la confianza del público en las vacunas y capaciten a los profesionales sanitarios y a las comunidades para defender y prestar servicios de inmunización de alta calidad, con un enfoque firme en la reducción a largo plazo y la eventual erradicación de las enfermedades prevenibles mediante vacunación.

Riesgos para las personas y las comunidades

El descenso de la cobertura vacunal supone un profundo riesgo no sólo para la salud de las personas, sino también para el bienestar de comunidades enteras. Las personas no vacunadas tienen un mayor riesgo de contraer y transmitir enfermedades infecciosas, poniendo así en peligro no sólo su propia salud, sino también la de los demás, en particular la de quienes no pueden recibir vacunas por motivos médicos o por tener un sistema inmunitario debilitado. Esta erosión de la inmunidad comunitaria, o inmunidad colectiva, aumenta el riesgo de brotes de enfermedades, lo que provoca un aumento de las tasas de morbilidad y mortalidad y supone una carga insostenible para los sistemas sanitarios. Además, el recrudecimiento de las enfermedades prevenibles mediante vacunación pone en mayor riesgo a las poblaciones vulnerables, incluidos los lactantes, las mujeres embarazadas y las personas mayores, agudizando las disparidades sanitarias y agravando los retos del control y la mitigación del impacto de las enfermedades infecciosas en la salud pública.

Además, el retorno de las enfermedades prevenibles mediante vacunación tiene efectos reverberantes en el tejido económico y social de las comunidades, tensando los recursos sanitarios, socavando la productividad e imponiendo una carga sustancial a los sistemas sanitarios ya sobrecargados. Los costes económicos de gestionar los brotes de enfermedades y contener la propagación de enfermedades prevenibles mediante vacunación son asombrosos, ya que desvían recursos críticos de los servicios sanitarios esenciales y generan profundas consecuencias económicas a nivel individual, comunitario y nacional. Además, el resurgimiento de enfermedades prevenibles mediante vacunación genera una ansiedad e incertidumbre generalizadas, socavando la confianza del público en los servicios de salud y los proveedores sanitarios y perturbando las actividades sociales y económicas esenciales que prosperan gracias a la estabilidad y el bienestar proporcionados por programas de inmunización sólidos.

Inmunidad de grupo (y poblaciones vulnerables)

El concepto de inmunidad de grupo subraya la importancia fundamental de la vacunación generalizada para salvaguardar no sólo a las personas vacunadas, sino también a los miembros más vulnerables de la comunidad que no pueden recibir vacunas por motivos médicos o de edad. Conseguir y mantener altos niveles de cobertura vacunal es esencial para establecer y preservar la inmunidad colectiva, que sirve para proteger a las personas con sistemas inmunitarios comprometidos, enfermedades subyacentes y aquellas que no pueden recibir determinadas vacunas, como los lactantes y las personas con contraindicaciones médicas específicas. Al extender un escudo protector alrededor de estas poblaciones en riesgo, la inmunidad colectiva sirve de baluarte vital contra la rápida propagación de las enfermedades infecciosas, reduciendo así significativamente su incidencia y impacto en la comunidad. Esto subraya el vínculo inextricable entre la salud individual y el bienestar colectivo de las comunidades, y pone de relieve que el éxito de los programas de inmunización descansa en última instancia en la responsabilidad compartida de proteger y preservar la salud de todos los individuos, especialmente de los más vulnerables, que dependen de la inmunidad conferida por la vacunación de sus semejantes. El incumplimiento de esta normativa no sólo pone en peligro el bienestar de las personas poco vacunadas, lo que puede tener consecuencias devastadoras, sino que también supone una amenaza significativa para todo el sistema sanitario. Los brotes de enfermedades prevenibles mediante vacunación, alimentados por bolsas de personas no vacunadas o poco vacunadas, ejercen una enorme presión sobre las instalaciones sanitarias, provocando hacinamiento, desvío de recursos de los servicios sanitarios esenciales y la posible interrupción de intervenciones oportunas y eficaces para afecciones médicas no relacionadas. Además, el resurgimiento de enfermedades prevenibles mediante vacunación supone una presión monumental sobre la infraestructura sanitaria colectiva, tensando la capacidad de los sistemas sanitarios para responder a las necesidades sanitarias rutinarias y erosionando los avances logrados en las últimas décadas para mejorar la calidad general y la accesibilidad de los servicios sanitarios esenciales. En consecuencia, el reto preeminente consiste en reavivar el compromiso colectivo con la vacunación como pilar fundamental de la salud pública y galvanizar las inversiones políticas, sociales y económicas necesarias para reconstruir y reforzar los mecanismos que sustentan programas de vacunación satisfactorios y sostenibles, librando así a las comunidades de las repercusiones perjudiciales de las enfermedades prevenibles mediante vacunación en la salud individual y colectiva.

Accesibilidad de los programas

Garantizar unos servicios de vacunación equitativos y accesibles es un requisito previo fundamental para crear programas de vacunación resistentes capaces de soportar y superar la diversa y compleja gama de barreras que dificultan los esfuerzos de inmunización. Abordar los determinantes polifacéticos del acceso a la vacunación requiere un enfoque global y polifacético que abarque el fortalecimiento de la infraestructura sanitaria, la promoción de la equidad sanitaria y la inversión sostenida de recursos en iniciativas de inmunización. Al reforzar la infraestructura sanitaria y ampliar el alcance de los servicios de vacunación, sobre todo en las comunidades infrarrepresentadas y desfavorecidas, es posible superar los obstáculos logísticos, geográficos y socioeconómicos que impiden el acceso oportuno y eficaz a las vacunas, reforzando así la eficacia general y la sostenibilidad de los programas de vacunación.

El acceso equitativo a los servicios de vacunación también está intrincadamente relacionado con la prestación de intervenciones de inmunización sensibles desde el punto de vista cultural y relevantes desde el punto de vista contextual, adaptadas a las necesidades y preferencias específicas de las distintas poblaciones. Adoptar enfoques incluyentes y culturalmente competentes para la administración de vacunas y la comunicación es primordial para disipar la desinformación, fomentar la confianza del público y capacitar a las personas y las comunidades para participar activamente en los programas de vacunación y beneficiarse de ellos. Esto, a su vez, exige un esfuerzo sostenido y colaborativo entre los profesionales de la salud, los líderes comunitarios y los responsables políticos para co-crear e implementar iniciativas de vacunación equitativas y accesibles que respondan a los retos y circunstancias únicos a los que se enfrentan las distintas poblaciones. Además, la integración de estrategias innovadoras y específicas del contexto, como las unidades móviles de vacunación, los programas de divulgación y la participación de personas influyentes en la comunidad de confianza, puede desempeñar un papel fundamental a la hora de superar las barreras de acceso y ampliar el alcance y el impacto de los servicios de vacunación, contribuyendo en última instancia al establecimiento de programas de inmunización resilientes y con capacidad de respuesta que defiendan los principios de equidad y accesibilidad para todos.

Beneficios sanitarios y económicos

Además de los profundos e inconmensurables beneficios sanitarios, la vacunación también produce ventajas económicas sustanciales y de gran alcance, que configuran los contornos de la salud pública y refuerzan las bases de sociedades prósperas y florecientes. Al prevenir la incidencia y propagación de enfermedades infecciosas, la vacunación genera un importante coste de ahorro en gastos sanitarios y mitiga las pérdidas de productividad y el absentismo asociados a los brotes de enfermedades, promoviendo así la estabilidad y el crecimiento económicos. Además, los beneficios económicos de gran alcance de la vacunación son especialmente pronunciados en los países de ingresos bajos y medios, donde la carga de las enfermedades prevenibles mediante vacunación puede imponer formidables tensiones a los hogares, los sistemas sanitarios y las economías nacionales. Al aliviar los costes directos e indirectos de la gestión de las enfermedades prevenibles mediante vacunación, ésta contribuye al establecimiento de economías resistentes y productivas, sentando unas bases sólidas para el desarrollo sostenible y fomentando los objetivos globales de salud, bienestar y prosperidad a escala mundial.

Por ejemplo, en 2020, Gavi, la Alianza para las Vacunas, informó de que cada dólar invertido en vacunación infantil en los 73 países apoyados por Gavi devolvía 54 dólares en beneficios económicos, lo que supone unos notables rendimientos de la inversión y subraya el papel instrumental de la vacunación en el avance de la salud y el desarrollo mundiales. Además, los beneficios económicos de la inversión en vacunación están inextricablemente ligados al valor de las vidas salvadas y a la mayor productividad y bienestar de las personas, que son componentes fundamentales de economías resistentes y duraderas. Al preservar y aumentar el conjunto de personas sanas y productivas, la vacunación sirve de piedra angular para fomentar el progreso económico, mejorar el capital humano e impulsar la prosperidad colectiva y sostenible de personas, comunidades y naciones.”

Vacunas infantiles (tienen un alto ROI)

Las vacunas infantiles, en particular, destacan como una categoría fundamental de intervenciones de inmunización que ofrecen rendimientos de la inversión notablemente altos, tanto en términos de resultados sanitarios como económicos. El impacto sustancial y duradero de las vacunas infantiles en la prevención de un amplio espectro de enfermedades infecciosas ha sido documentado elocuentemente, dando forma a la trayectoria de la salud pediátrica y contribuyendo a la realización de importantes beneficios sanitarios y económicos a nivel individual, comunitario y global. Al ofrecer una protección sólida contra enfermedades como el sarampión, la poliomielitis, la rubéola y la hepatitis, las vacunas infantiles desempeñan un papel fundamental en la salvaguarda de la salud y el bienestar de los niños, evitando las consecuencias debilitantes y potencialmente alteradoras de la vida de las enfermedades prevenibles mediante vacunación. Además, los profundos beneficios para la salud que confieren las vacunas infantiles se traducen en notables retornos económicos de la inversión, lo que refuerza la necesidad de un apoyo sostenido y mejorado a los programas de inmunización infantil como piedra angular de la salud pública